sábado, 19 de septiembre de 2009

NUESTRAS CIUDADES

Todo aquel que ha viajado a los países desarrollados o, por lo menos, a los más desarrollados que el nuestro, fácilmente nota las abismales diferencias entre las ciudades modernas y las nuestras; y cualquiera de las nuestras, en cuanto a órden, limpieza y servicios se refiere. Y es bueno aclarar que, aunque es cierto que tenemos menos recursos debido al subdesarrollo, la falta de recursos no es el obstáculo para que tengamos ciudades modernas. Nuestras ciudades son ciudades, simplemente porque para serlo, se necesita estructurar un conjunto de edificios y calles y que las actividades que se desarrollen en ellas no sean de carácter agrícola, tal como lo define el diccionario de la Real Academia. Recuerdo haber consultado el Pequeño Larousse Ilustrado por allá por 1984, los datos sobre República Dominicana y, refiriéndose a sus ciudades decía: "Santo Domingo, su capital, es la única con aspecto de gran metrópoli". Hoy podríamos decir así: "Es la única gran urbe o metrópoli", pues con la palabra "urbe" nos referimos a una ciudad muy populosa que demanda servicios, como por ejemplo, de transporte moderno, como un metro, túneles, elevados y grandes avenidas.

A pesar de ser una gran ciudad o una gran urbe, Santo Domingo adolece de ciertas condiciones que la puedan comparar con las grandes metrópolis como Buenos Aires, Ciudad Mejico o Santiago de Chile, debido a su crecimiento desordenado y a la precariedad de servicios básicos. No se puede comparar con ciudades de países muy grandes; pero sí vale la comparación con ciudades de países pequeños y subdesarrollados como el nuestro, para que haya cierta proporcionalidad. Una ciudad, para ser moderna, no tiene que exhibir extravagancias como Nueva York, Tokio. París. Londres o Sao Paulo. Para mí, el modernismo lo determina la existencia de facilidades y servicios eficientes de que pueda disponer, así como el órden en el tránsito, entre otros detalles importantes.

Alcantarillados pluvial y sanitario, transporte urbano organizado y decente, señalizaciones y semáforos sincronizados, aceras y contenes bien diseñados, pavimentación de las calles, limpieza esmerada, ornato y parques, oficinas públicas eficientes, servicios públicos como agua, electricidad, gas y telefonía, bibliotecas públicas, museos, teatros y auditorios, entre otras facilidades, pueden lograrse en una ciudad de nuestro país, con los recursos de que disponemos. El problema está en una sola palabra: CORRUPCION. Pero también en una frase: FALTA DE VOLUNTAD. Nuestra ciudad capital concentra todas las grandes actividades nacionales e internacionales porque es en ella que se concentran todas las facilidades de una ciudad moderna, aunque no comparable a las mencionadas más arriba.

Pero a todo lo dicho debo agregar, que los ciudadanos también son un elemento determinante para clasificar y calificar a una ciudad. Por eso, los elemento cultura y educación son indispensables para tales fines. Si tenemos una pequeña porción de la población que practica la cultura popular, también tenemos una pequeña élite que cultiva las Bellas Artes, por lo cual no se siente la actividad cultural en ninguna de nuestras ciudades. Los nuevos ricos no se integran a las actividades culturales y, de hacerlo, lo hacen con un criterio exhibicionista para ser destacados en la prensa por los escasos cronistas que se dedican a exaltar todo cuanto hace la "alta sociedad". No faltaron reseñas en favor de las "personalidades" dominicanas que asistieron al concierto del Gran Pavarotti en el Teatro Nacional; pero cuando éste intentó una segunda presentación, hubo de ser suspendida por falta de público. ¿Habría ocurrido lo mismo en París o Nueva York?.

LAS DEMAS CIUDADES DOMINICANAS
Lo que diga de La Romana, puedo decirlo de cualquiera de las ciudades más grandes del país: Santiago, San Cristóbal, San Pedro o Puerto Plata, casi con las mismas descripciones. ¿Qué tenemos en dichas ciudades de modernismo? Muy poco o casi nada, ni siquiera órden. El que quiera comprobarlo, que se desvista de ese apasionamiento que acostumbramos a exhibir por un irracional regionalismo y camine por las calles, que se suba a un "carrito o una guagua de concho", que busque un servicio público eficiente o que salga de su casa después de un fuerte aguacero. Si es no vidente o de escasa visión, como si usa silla de ruedas, ni intente salir sin compañía o en su silla de ruedas por las aceras: SON UN DESASTRE. No puede caminarse un metro sin que se encuentre con un desnivel para la entrada de un vehículo a una marquesina. Los únicos desniveles o rampas permitidos para minusválidos, no existen, pero hay desniveles de alto y bajo relieve hasta para facilitar la entrada de una motocicleta a la vivienda. Además de que tiene que bajar a la calle porque le obstruye el paso una familia completa sentada en la acera, una mesa con frituras, un juego de dominó, un taller de cualquier cosa o el jolgorio del colmadón. De los ruidos, ni hablar: el platanero con su bocina estridente a la hora de su siesta, pero también la caravana política con equipos que estremecen hasta a los edificios, están a la órden del día.

¿Para qué tenemos las señales de paso peatonal? Si acaso aparece un chofer que le cede el paso, hay que tener cuidado, pues le sale un chorro de vehículos con choferes imprudentes o un "motoconcho" que sale de la nada. La educación de la población no es escasa, sino nula. No se puede llamar la atención a nadie que esté en defecto, por eso estamos a años luz de tener ciudades modernas, debido más a esa falta de educación que a la existencia o no de las facilidades necesarias. Admito que, por ser dominicano, cometí de salir a la calle en Lynn, Massachusetts, con una cerveza en la mano. Un ciudadano me llamó la atención de manera muy cortés por haber advertido en mí ignorancia a la ley estatal que prohibe tomar bebidas alcohólicas en la vía pública. Le agradecí con la misma cortesía, al tiempo que le pedí excusas y retorné la cerveza de inmediato. Realmente lo hice porque ya lo había hecho en Nueva York y creí que valía en Massachusetts, en donde las actividades de diversión nocturnas cesan a la una de la madrugada sin ningún tipo de protestas. Pero vaya a Nueva York en verano para que vea en las zonas de concentración de la diáspora criolla y se sentirá como en casa.

Recuerdo cuando en Santiago se instalaron parquímetros, cómo fuero arrancados por los choferes en violentas protestas, doblándole el pulso al municipio. De todas maneras, en cada una de nuestras ciudades hay personas concientes, grupos preocupados por nuestras deficiencias, grupos culturales haciendo grandes esfueerzos, pero los mismos apenas se notan, dado el grado de descomposición y de hipocresía conque muchas autoridades enfrentan la situación. Estoy seguro que el Ayuntamiento puede regular muchas cosas que están en la Ordenanza Municipal, como es liberar de obstáculos a las aceras, el transporte urbano, entre otros renglones, con una voluntad que podría estar al margen de la corrupción, porque hay cosas con las que no se debe jugar. A propósito de corrupción pregunto: ¿cuántas cosas podría hacer la Sindicatura si los regidores no se embolsillaran tanto dinero?. Por lo menos equipar a los bomberos o instalar academias de música. El problema de los Ayuntamientos no es presupuestario ni del 10% aunque sea justo que lo reciban para mejor desenvolvimiento, pero mientras tanto, se pueden hacer muchas cosas con lo que reciben tan pronto se elimine la corrupción. ¡QUE INGENUO SOY!

PROXIMA ENTREGA: DANIEL SANTOS PRESENTE EN LA GUERRA DE ABRIL.