domingo, 21 de marzo de 2010

DUARTE AYER Y HOY


La política no es una especulación; es la Ciencia más pura y la más digna, después de la Filosofía, de ocupar las inteligencias nobles". (Juan Pablo Duarte).

DUARTE RELIGIOSO

Cuando se urga en el ideario de Juan Pablo Duarte, lo primero que se nota es esa profunda fe religiosa que en casi todos sus discursos enfatiza. Por eso no resisto la curiosidad de pensar qué habría sido Duarte de haber vivido en nuestra época. Claro que me refiero en el aspecto político. El caso es que no parece haber una diferenciación de fondo entre su pensamiento político y su religiosidad. De haberlo conocido José Ingenieros, habría reforzado sus conceptos sobre la moral y el dogma. No cabe duda que Duarte fue y es un ejemplo de moral que abarca todas los aspectos de la vida socio-política de su época, pues no existiendo en aquel momento un sistema político alterno que influyera en esta región, como ocurre hoy, su lucha y su pensamiento no podía ser catalogado con los calificativos que hoy conocemos (comunista, terrorista, Etc.); como tampoco lo podía hacer el clero, pues la probada fe de Duarte lo dejaba sin argumentos para hacer lo que hoy hace la Iglesia Católica contra los líderes más progresistas.

La propia fundación de la República está inspirada en la fe cristiana, desde la formación de La Trinitaria, por aquello de la Santísima Trinidad (Padre, Hijo y Espíritu Santo), de ahí el Lema Nacional "Dios, Patria y Libertad" y La Biblia en nuestro Escudo, así como también, la primera Constitución deja clara la exclusividad de la religión Católica, sin llegar a prohibir la libertad de cultos. A pesar de todo esto, el clero de aquella época, anti haitiana aunque no anti española, no hizo gesto alguno para defender la lucha de Duarte una vez lograda la independencia; sólo se limitó a inquirir sobre el por qué de la expulsión al exilio de la familia Duarte.

En aquella época, la influencia del catolicismo era avasalladora. Unida a la superstición natural de la población, la Iglesia era respetada y temida, por lo cual nadie se aventuraba a declararse ateo;  ni siquiera los hateros poderosos ni oligarcas en ciernes. El ateísmo no estaba vinculado entonces al comunismo, pues nuestro país ni se enteró, cuatro años después de la independencia, del Manifiesto Comunista; pero llamar ateo a alguien, equivalía a decirle comunista durante la Guerra Fría. Sin embargo, además de los más merecidos calificativos, Duarte llamó "ateos" a Pedro Santana y demás anexionistas, sin que ésto provocara reacción alguna en el clero, que no consideraba sacrilegio la traición si ésta no ofendía directamente a Dios o a la Iglesia. Ya desde esa época, la doble moral de la Iglesia estaba de manifiesto.


DUARTE POLÍTICO

Duarte, como todos los próceres de nuestra América, estaba comprometido por entero con la lucha por la independencia, lo cual le obligaba a ser consecuente con esa causa una vez logrado ese propósito. Pero él corrió la misma suerte de sus pares americanos, que dejaron inconclusas las empresas independentistas; sufrieron la traición de sus más cercanos colaboradores o murieron en la más penosa soledad, afectados por la sensación de frustración. Ante semejantes destinos, nos preguntamos lo que habría ocurrido de haberse obtenido resultados más dichosos. Resulta muy dificil imaginarse a Duarte contradiciéndose, después de haber exhibido una vida ejemplar y un discurso coherente, ético y moral.

No dejó dudas en su posición con respecto a la dominación extranjera; no sólo la de Haití: "...pues si he vuelto espontáneamente a mi Patria a protestar con las armas en la mano contra la anexión a España llevada a cabo a despecho del voto nacional por la superchería de ese bando traidor y patricida, no es de esperarse que yo deje de protestar, y conmigo todo buen dominicano, cual protesto y protestaré siempre, no digo tan solo contra la anexión de mi Patria a los Estados Unidos, sino a cualquier otra potencia de la tierra, y al mismo tiempo contra cualquier tratado que tienda a menoscabar en lo más mínimo nuestra Independencia Nacional y a cercenar nuestro territorio o cualquiera de los derechos del Pueblo Dominicano". Cuando Duarte pronunció estas palabras, ya las repúblicas de Sud América eran independientes, pero estaban en manos de las clases equivalentes a la que ostentaba el poder en nuestro país y se sentía ya la mano de Estados Unidos.

Duarte, como Martí, Bolívar o Eugenio María de Hostos, estaban convencidos de lo que representa Estados Unidos para nuestra América, por eso me hago la misma interrogante sobre éstos últimos, de tocarles vivir en nuestra época. Ellos fueron perfectos visionarios y sus aseveraciones no fueron fruto de un discurso pura y simplemente emotivo y demagógico, sino de un convencimiento resultante de sus ideas reforzadas por la práctica, por la lucha decidida y comprometida,  a prueba de claudicación. Por eso no cuesta esfuerzo alguno suponer que hoy no estarían del lado de las fuerzas derechistas; ni siquiera reformistas. Al hacer tal aseveración, me veo obligado a aludir la lucha emprendida por Juan Bosch, principalmente a partir de la fundación del Partido de la Liberación Dominicana. Bosch no se cansó de repetir, que la misión del PLD es completar la obra de Juan Pablo Duarte.
Así como, hipócritamente, muchos "cristianos" se escudan tras el cristianismo y dicen seguir a Cristo, todos los políticos, sin excepción alguna, se consideran duartianos, por más anti democráticos que sean. En nuestro país, tan sacrílego es quien blasfema a Cristo, como a Duarte, pero el peor sacrilegio es la actitud hipócrita, farsante y simuladora. Balaguer se consideraba muy duartiano; tanto Bush como Clinton, en algún momento citaron a Bolívar; varios de los más aventajados discípulos de Hostos sirvieron a las más nefastas causas registradas por nuestra Historia, desde Lilís, pasando por Trujillo y hasta los Doce Años. Y así, sucesivamente, vemos cómo hipócritamente se escudan peledeístas con la figura de Juan Bosch. ¿Cómo conciliar tales actitudes con el ideario de Duarte?. A Cristo no se le debe adorar, sino imitar.
La práctica política de hoy es llamada Democracia y, analizándola país por país de nuestra América, encontraremos que lo que se practica dista mucho de los propósitos concebidos por los próceres, con las excepciones conocidas que, sin embargo, están siendo peligrosamente asediadas. En el caso de República Dominicana, ¿es lo que tenemos hoy lo que aspiraba Duarte?. ¿Calificaría Duarte de Demócrata una sociedad en la que impera la corrupción impune, el tráfico de influencias, las injusticias sociales que generan pobreza para muchos y abundancia para pocos, así como a una Iglesia cada vez más comprometida con los peores sectores anti nacionales?. Y lo que es peor: aunque no se ha vuelto producir una anexión después de la Restauración, tenemos una independencia ficticia, tutelada y muy condicionada  Lo lamentable es que no se ve luz al final del oscuro túnel.