sábado, 1 de septiembre de 2012

EL PLD NECESITA UN PURGANTE


Ni el formal retiro de la vida política, ni la muerte física de Juan Bosch, fueron las determinantes del fin del boschismo en el PLD. El boschismo había muerto ya antes de ambos acontecimientos. Esto no quiere decir que no hubieron o hayan boschistas; sí los hubo y los hay, sólo que son minorías sin ningún poder ni influencia; es una exigua minoría muda. Esto se debe a una falsa percepción, por parte de los verdaderos boschistas, de que existía una auténtica ortodoxia que se encargaría de mantener vivos los principios, ética y moral partidaria aún con la adopción de la nueva estrategia de apertura que siguió a las elecciones del año 1994 y al posterior retiro formal de Juan Bosch. Fueron precisamente los supuestos ortodoxos de la cúpula más cercana al líder quienes tenían la carta escondida: la carta neoliberal.
 Muchos son los ejemplos de partidos fundados por líderes de una integridad puesta a prueba en los momentos políticos más cruciales, que han dedicado toda la vida a una causa justa y que, al ganarse el respeto, la confianza y la admiración de las mayorías, no serían capaces de claudicar o venderse al mejor postor, sólo por asuntos de principios éticos. Pero muchos de ellos no han llegado a tener la oportunidad de ejercer el poder, ya por muerte natural o provocada; pero también por viles traiciones de sus más cercanos , así como por las acciones del poder internacional injerencista. Haya de la Torre en Perú, Gaitán en Colombia y Juan Bosch en nuestro país, son solo tres ejemplos fehacientes, entre otros.

Cuando eso ocurre, buena parte de la generación que sobrevive al líder histórico, llena de esperanzas, se queda a merced de los oportunistas que estuvieron agazapados bajo la sombra del líder, beneficiandose de su prestigio y proyectándose para el futuro.  Aquel o aqeullos que hayan tenido el privilegio de estar incluídos entre los llamados "discípulos aventajados", son precisamente los más proclives a la traición y al conciliábulo con las fuerzas que el líder histórico ha enfrentado sin claudicación alguna. De manera que esa especie de políticos estarán en capacidad de maniobrar con la facilidad suficiente como para secuestrar al partido y desviarlo del rumbo, provocando una especie de frustración que induce a los demás, por inoculación expresa,  a rendirse y ver así, de buenas a primeras, que por lo que antes luchaba era una pérdida de tiempo y hasta llega a ver al líder histórico como un tonto soñador, aunque lo siguen utilizando simbólicamente para fines demagógicos.

El Partido de la Liberación Dominicana, que aún desnaturalizado mantiene ese nombre,  fue fundado con una mayoría pequeño burguesa baja, media y alta, clase social que se caracteriza por su dualidad de económicamente ambiciosa y a la vez revolucionaria. En su vertiente revolucionaria, está llamada a producir los cambios sociales que reclaman, tanto su propia sub división, como los de los pobres en sentido general; pero que requiere de verdadero patriotismo y despojo de todo tipo de ambiciones. Pero cuando se apodera del gobierno la vertiente económicamente ambiciosa, ocurre lo que hemos visto en doce años de gobiernos del PLD:  ascenso vertiginoso de una élite partidaria en detrimento del resto, olvido total de obreros y campesinos, conciliábulos con los poderosos grupos empresariales, entrega de las riquezas naturales a las transnacionales, represión e inseguridad y lanzado a los brazos del Fondo Monetario Internacional descuida el gasto social por el clientelismo, justamente todo lo contrario de las prédicas del líder histórico.

El presidente Danilo Medina debe estar conciente de que, con un paartido secuestrado y corrompido, no se puede gobernar sin que el corto período de cuatro años pase sin purgarlo. El PLD de hoy es una rara mixtura de balagueristas, peledeístas de los malos y perredeístas oportunistas, en el cual los peledeístas serios y honestos han pasado a ser espectadores estáticos que se han dejado neutralizar sin capacidad de reacción y sin aparente mortificación. Por eso veo y escucho al presidente Medina que en sus primeras ejecutorias exhibe un estilo y lenguaje diferentes; pero tanto el estilo como el lenguaje, pueden quedarse unidos a la forma, mientras que lo importante es el fondo. La población es impaciente y crítica, sin embargo lo que se debe exigir del nuevo presidente, es que establezca las prioridades para la solución de los problemas más urgentes y exija a sus funcionarios, sin importar qué tan influyentes sean dentro del PLD, el cumplimiento del deber de acuerdo a los planes concebidos por el nuevo gobierno. De no hacerlo, separarlo del cargo, ya que él, como presidente no puede separarlo del partido.

Debe saber el presidente que, a pesar de sus propios méritos e influencia en la organización política, por sí solo no puede cambiar la realidad partidaria, pero sí puede tener siempre presente que es presidente de los dominicanos peledeístas, reformistas, perredeístas, comunistas, cristianos y protestantes. Entonces, nombrar a funcionarios peledeístas que han sido cuestionados, sólo por el hecho de haber acumulado méritos a lo interno del PLD, no es una justificación valedera. De todas maneras, falatan cuatro años para finalizar el mandato actual y el tiempo hablará y nos dará respuestas a muchas interrogantes de hoy. Pero espero que en dicho lapso de tiempo, veamos tras las rejas a muchos peledeístas y no peledeístas claramente corruptos y traidores.

Esperemos que al presidente Medina el amor no le quite conocimiento y que Juan Bosch esté presente en su pensamiento, aunque esté ausente en el PLD. Lamentablemente no hay en el presente quién haga al PLD tomar el purgante que tanto necesita, pues habría que comenzar por el propio Comité Político. Misión imkposible; tendrían que suicidarse.