sábado, 24 de junio de 2017

SOBRE LA HUMILDAD

No pretendo presentarme como un puritano, como quien no ve la viga en mis propios ojos o como un crítico impenitente de las actitudes de los demás. Por el contrario, aunque no detalle aquí mis defectos, por lo menos puedo asegurar que estoy consiente de ellos; que he actuado en consecuencia en muchos de los casos y que aspiro a seguir corrigiendo lo que haya que corregir.  A pesar de ello, nunca seré perfecto; pero quiero, al escribir éstas lineas, hacerlo con un mínimo de moral.


Hay quienes creen que humildad es sinónimo de pobreza. Contrario a lo que se cree, pobre es el que no es humilde es un pobre de espíritu. De igual manera, hay quienes creen que lo espiritual se circunscribe al concepto de lo Divino o religioso, dejando de lado los valores que les son consustanciales al ser humano.

A mi modo de ver, la humildad es el valor fundamental a tomar en cuenta para practicar los sanos sentimientos.  Nos obliga a conocernos y juzgarnos a nosotros mismos, antes de conocer y juzgar a los demás nos permite equilibrar nuestras actitudes y conceptualizaciones a partir de la razonabilidad y nos evita los conflictos de la convivencia. Pero no todos podemos ni sabemos calificarnos, toda vez que la objetividad, la auto comprensión, la admisión de defectos, la disposición y autocontrol deben ser determinantes.

En nuestro medio, tenemos arraigado un mal de origen que, en el aspecto sicológico, ha perdurado de tal manera que incide socialmente en lo que tiene que ver con la exclusión. Un pasado que desde su profundidad ha estado cargado de frustraciones sociales de élites dominantes llenas de arrogancia y pedantería, negadoras de oportunidades, de igualdades y equidad de dictaduras oprobiosas concentradoras de todo el poder  productoras de oscurantismo y propagadoras del terror entre las grandes masas, todo esto ha influido en la personalidad del dominicano de hoy, que sigue viendo al poderoso como un ser superior.

Estamos llenos de pedantes y de pusilánimes. Pedante es aquel que exacerba su autoestima aquel que, con razón o si ella, con conocimiento o ignorancia, pretende imponer sus criterios a toda costa y si no lo logra, reacciona molesto. Pusilánime es aquel de muy baja autoestima, manejable, dócil, acomplejado y autoexcluido. Ni uno ni otro son humildes y difícilmente pueden serlo. El primero tiende a humillar al segundo y nada de lo que proceda del segundo tiene valor alguno par el primero, a menos que esté presente la conveniencia.

Pero también existen personas mediocres y rebeldes. Los primeros no aportan nada y los segundos son generadores de cambios importantes en las sociedades. La rebeldía que se apoya en la defensa de lo justo se indigna ante los abusos y critica las desigualdades e iniquidades sociales. Mientras los poderosos utilizan y se aprovechan de los pusilánimes y mediocres, a los rebeldes los estigmatizan negativamente hasta destruirlos, utilizando precisamente a los de débil personalidad.

  No es posible ser humilde y al mismo tiempo practicar anti valores. Si nos hacemos un riguroso examen de conciencia y descubrimos que somos egoístas, envidiosos o hemos actuado de manera deshonesto y no lo admitimos sinceramente, no podremos actuar en consecuencia; por lo tanto, al no reconocernos, no estriamos siendo humildes. La espontaneidad es la mejor señal de sinceridad y la sinceridad la mejor expresión de humildad. Por eso hay que tener cuidado con aquello a lo que llamamos arrepentimiento. Demostrar arrepentimiento lleva todo un proceso de observación del comportamiento y una agudeza en la aplicación de la sicología.

Los humanos somos imperfectos, pero es esa imperfección la gran generadora de retos de toda índole. Los intereses particulares se añaden ingredientes perniciosos a los retos que tienen que ver con la subsistencia y a la convivencia como especie, por la contaminación de los anti valores que destruyen los sanos sentimientos y el mutuo reconocimiento. Sobre el planeta, no existe el humano ideal.

El aspecto mas importante de la existencia humana, es la espiritualidad, si entendemos su significado correctamente.Todo cuanto nos rodea y que podamos percibir y valorar positivamente todo lo que sea motivo de noble inspiración y sanos sentimientos, es clara manifestación de espiritualidad.  lo espiritual supeditado tan solo a lo religioso, impide el desarrollo de la intelectualidad productiva, por cuanto lo dogmático estanca  lo analítico que nos lleva al conocimiento de la verdad absoluta.

Concluyo diciendo que hay que liberar la mente de prejuicios y todo tipo de contaminantes distorcionadores del pensamiento productivo.