miércoles, 7 de diciembre de 2016

LA CREDIBILIDAD EN LA POLITICA

La verdad, una vez dicha, debe ser sostenida por quien la dice. Si se retracta , ya por claudicacion o cobardía como quiera la verdad se mantendrá a sola, implacable imperturbable y contundente.

Vuelvo a esscribir en mi blog, a pesar de haber desistido de escribir sobre polìca. Pero son tantas las cosas nuevas que puedo escribir, que inicio una serie de artículos que culminarán con uno que explicará el verdadero motivo de mi decisión.

La credibilidad política

Los más caros valores humanos tienen sus fundamentos en la moral. Un mundo inmoral no es concebible, pero siempre estará presente la inmoralidad en alto grado en todas las actividades humanas, principal mente en una actividad tan noble cómo la política. Esto es especialmente lamentable, dado que la política es la ciencia y el arte por excelencia para el orden social indispensable para la convivencia de los seres humanos; no hay otra forma ni otra alternativa.

Cuándo  creemos que ha fallado  la política, es porque realmente han  fallado los políticos. Un político que falle no hace mella a la política; pero la recurrente falla de los políticos, no solo afecta la credibilidad de ellos, sino que se extiende a la política, dejando la sensación en los ciudadanos, que lo que no es creíble es ésta. Es el caso en nuestra sociedad dominicana, en donde no ha habido espacio holgado para la decencia y la moral, sino que, por el contrario, cuando estas asoman, son fulminadas por la perversidad encarnada en la mentira, la calumnia, la demagogia y todo tipo de diatriba que raya en la bajeza más vulgar.

Desde lo más profundo de nuestra historia, en nuestro pedazo de isa lo que más se ha producido es pobreza, material y espiritual. Pero no hay que irse tan lejos para describir nuestro presente, porque bastaría remontarse a 53 años, si los contamos a partir del derrocamiento del gobierno demócrata de 1963. La ambición de una oligarquía que había sido absorbida o, más bien, sustituida por el dictador Trujillo, logra el derrocamiento de Juan Bosch, pero a pesar del intento de restitución, con el apoyo extranjero, se entronizan en el poder iniciando así el proceso involutivo, altamente corrupto e inmoral que se encargaría de afectar, exprofeso, la credibilidad en la política hasta nuestro presente.

La calculada negación de los derechos inalienables a la población, causante del estado de descomposición moral, dificulta el surgimiento y la sostenibilidad de un proyecto serio capaz de dar al traste con los planes de total aniquilamiento de la moral y las esperanzas. Cada vez que se presenta un nuevo actor político, es recibido con escepticismo y éste tiene que emplearse a fondo para ganar credibilidad. Esto hace que se exponga, en medio de la poderosa embestida de los medio de comunicación copada por sectores empresariales, a la desesperación por hacerse viables que los lleva a, irremediablemente, caer en los mismos métodos y las mismas estrategias de aquellos a quienes enfrenta, descalificándolos de inmediato para presentarse como alternativas confiables.

Ni hay Pueblo para tantos partidos, ni partidos que representen cabalmente a tanto Pueblo. Pocos dominicanos han pertenecido a un solo partido y no hay partido que no haya sido desprendimiento de otro. Vivimos en permanente disyuntiva, en permanente acoso político y por eso tantas indecisiones, indiferencias, rechazos y, sobre todo, des confianza. Sigo creyendo en la política como ciencia noble y como arte hermoso, siempre que sus actores demuestren coherencia, firmeza, constancia, perseverancia y sanos sentimientos. Pero, quisiera saber en dónde están los que reunan esas condiciones. Una golondrina no hace verano. El concepto de unidad no puede aplicarse en donde falta la credibilidad. Hemos llegado a un punto tal de des confianza, que tienen que haber demostraciones reales que devuelvan la confianza, pero parece ser que hay que llegar primero para no vivir de simples promesas.

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