domingo, 16 de noviembre de 2008

JUAN BOSCH ARÓ EN EL MAR - Etapa crucial y liderazgo tortuoso (2da. parte)

"No me arrodillo ni ante Washington ni ante Moscú"


Recuerdo el día que juró la Presidencia, cuando tuvo que repetirle a Lindon B. Johnson, traducido al inglés, la parte final de su discurso: "Mientras nosotros gobernemos, en la República Dominicana no perecerá la libertad". Me imagino que el enviado de John F. Kennedy, su vice presidente, se burlaría en en su interior. El mismo gobierno que representaba, mataría la libertad siete meses después e invadiría nuestro país dos años y dos meses más tarde. Su liderazgo inició una marcha tortuosa desde antes del golpe. La Iglesia Católica fue implacable. Otro sacerdote salió a escena, esta vez un capellán de nombre Marcial Silva; con una constante acusación de comunista y ateo, encabezó una campaña mediante un movimiento llamada "De Reafirmación Cristiana", mientras por otro lado, empleados públicos de algunas dependencias, con protagonismo principal de los maestros, encabezaron protestas ante la austeridad que quiso llevar a cabo el nuevo gobierno. Al mismo tiempo, también se fraguaban acciones golpistas en el seno de las Fuerzas Armadas. Bosch fue derrocado.

El imperio se propuso impedir su ascenso al poder, lo cual sólo cesaría con su desaparición física. Por eso la intervención; por eso la guerra. Esto fue entendido así por un grupo de dirigentes perredeístas que no estaban dispuestos a seguirlo en esas condiciones. Aunque se ha hablado mucho de las verdaderas causas de la división del PRD, yo reduzco esos motivos a tan simple explicación. La Guerra Patria, en vez de unificar, dividió. Se cuestionó el papel desempeñado por Bosch en momento tan importante; se cuestionó que no viniera y que se negociara. Para ésto también tengo una simple explicación: no era posible ganar la guerra al producirse la intervención y ante la imposibilidad de llevar la guerra a todo el país. Las fuerzas constitucionalistas estaban rodeadas y de espalda al mar, por lo que podían rendirse por falta de comida, municiones y ayuda internacional.

Si tortuoso fue su liderazgo en el PRD post Guerra Patria, no menos lo fue a partir de la fundación del Partido de la Liberación Dominicana. A pesar de contar con un nuevo partido, basado en principios, con su mística y estructura muy peculiares, su liderazgo pedagógico tenía que enfrentar, a lo externo, los embates de los resentimientos y, a lo interno, sabiendo que estaba rodeado de la pequeña burguesía, las disidencias y las soterradas ambiciones contenidas, con su carga de oportunismo; de ese oportunismo que da el golpe en los momentos de grandes definiciones.

Su vasta producción literaria fue material de texto para los Círculos de Estudio. Analfabetas funcionales se superaron intelectualmente al participar en los Círculos en igualdad de condiciones con letrados y profesionales de las diversas ramas. Era asombroso ver cómo tantos profesionales dejaban al descubierto su ignorancia en materia de política y sociedad al participar en los círculos. Pero además, la práctica de la moral era un requisito sagrado: se sancionaba la vida licenciosa; un peledeísta tenía que ser ejemplo de moral en su vida privada. Y todos esos requisitos eran ideas de Juan Bosch porque así concibió al partido. Hasta la forma de hacer congregaciones de masas fue una novedad. Vimos cómo después de cada actividad en un lugar público, el área quedaba tan limpia, que no parecía que se hubiese realizado actividad alguna. Todos esos ejemplos, calaron en la sociedad dominicana.

El periódico Vanguardia del Pueblo, fue lectura obligada hasta de los más enconados adversarios. Su diseño y forma de distribución alentaban su lectura, y rompió récord de circulación cuando publicó dos números especiales titulados "El Album de la Corrupción" durante los gobiernos del PRD 1978-1986. Sin embargo, todos estos esfuerzos no fueron suficientes, todavía, para conquistar el poder en 1986. La decepción del Pueblo ante los dos gobiernos del PRD, se reflejó más en la elección de Joaquín Balaguer, quien capitalizó la situación por los desastres del PRD, pero también azuzando por lo bajo contra el PLD, mientras al PLD se le acusaba de adversar sólo a ése partido, dejando intacto al PRSC. Bosch decía que no se podía pelear en dos frentes, confió en esa estrategia y le falló. Fue necesario soportar cuatro años más de Balaguer.

Los perredeístas pretenden destacar los ataques de Bosch a Peña Gómez. Si bien es cierto que Bosch usó términos muy fuertes contra su ex discípulo, lo cual no compartí nunca, no menos cierto es que razones de mucho peso debió tener Bosch para hacerlo. Es un tema del cual se ha hablado mucho, pero creo que sólo Bosch y Peña sabían los motivos, pues antes de los epítetos fuertes por parte de Bosch, se veía claramente que las causas eran puramente políticas. Pero quieren que se olviden las campañas sucias contra Bosch, no precisamente como respuesta a los ataques a Peña, sino atendiendo más bien a una estrategia sistemática tripartita: balaguerismo, perredeísmo e imperialismo.

Con una votación ascendente desde su primera participación en elecciones, fue puntero el PLD en todas las encuestas para las elecciones del año 1990. Soy testigo de muchos perredeístas que dieron sus votos al PLD, algunos convencidos por mí en mi centro de trabajo. El entusiasmo para esa ocasión no podía ser mayor. El Pueblo se ilusionó tanto, que el recuerdo del gobierno de siete meses se apoderó del segmento de la población que lo vivió. He aquí, en esta coyuntura histórica, cuando se activa la estrategia tripartita: "recuerden que hay que cumplir con lo que se propuso el imperio mientras Bosch viva". SE CONSUMO EL FRAUDE COLOSAL.

No importó que para mayo de 1990, ya estaba en proceso el desmembramiento de la URSS; que estábamos acudiendo a una supuesta "muerte de las ideas". Le temieron mucho a la terquedad de Juan Bosch, quien en una ocasión, aún ubicado en la democracia tradicional latino americana de los años 60, fue compelido por el Departamento de Estado de EU a que se definiera, pues parece que no quedaron convencidos después del debate con Láutico García, a lo cual Bosch contestó: "no me arrodillo ni ante Washington, ni ante Moscú".

Ultima entrega: La apertura del PLD.

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