martes, 2 de abril de 2024

PALABRA VERDADERA Vs. PALABRA ENGAÑOSA

¿Quiénes nos edducan?. Al final, ni es la escuela, ni la academia, sino el ejemplo de los “notables”; lo que dicen, lo que hace, lo que determinan y lo que nos imponen, mediante la pialabra manipulada y, en menor medida, y para bien, mediante la palabra verdadera. En ambos casos, siempre será a través de un liderazgo de personas notables, a las cuales queremos imitar en su estilo de vida, ser como ellos y apresurarnos en los intentos de superación personal, lo cual nos mantiene en constantes desafíos que, a veces, nos ponen en disyuntivas frente a lo moral y lo ético, cuando se tratan los asuntos que son sensibles y tienen que ver con servir a la sociedad por deber ciudadano.


La palabra es poderosa, porque va acompañada de sentimientos que pueden ser nobles o malsanos, donde  los nobles son sinceros y los malsanos simuladores de nobleza. La simulación le es útil a los manipuladores de la palabra a, porque están conscientes de que el sentido común de las personas, tiende a aceptar ki noble y bueno, por lo cual no pueden presentar un discurso en sentido contrario; tienen que acudir al engaño, la hipocresía y a la simulación: “el fin justifica los medios”.


No es una aventura afirmar, que si hay que buscar culpables de los males; SOBRE TODO, LOS MALES, que sufre la humanidad, no serán los ignorantes los principales culpables, sino los que han tenido acceso al conocimiento, porque pudiendo aplicarlo con sentido humano, han quedado obnubilados por la vanidad y la opulencia, que les exalta el ego. Se han empeñado en la manipulación para decorar el lenguaje a conveniencia de sus propósitos.


La palabra engañosa está presente en lo cotidiano: para conquistar a una mujer, para hacer una transacción, para lograr un favor, Etc., pero mientras más inteligencia se tenga, mayor será la capacidad de convencer, ya para bien, ya para mal; en cualquier caso, la palabra es determinante. Lo único adicional, que puede dañar las estrategias, es el lenguaje corporal, consecuencia del descontrol emocional, que es capaz, además, de de distorsionar la voz, elevar o disminuir el tono, revelar nerviosismo y perder la coherencia.


Pero los simuladores y manipuladores de la palabra, han sido, hasta ahora, exitosos: con la palabra mentirosa; pero cuando no pueden con la palabra, acuden a los hechos más violentos que se puedan imaginar: han destruido y desintegrado sociedades enteras, saqueado riquezas ajenas, alienado mentes frágiles, mediante la negación de la verdad, que es bie conocida por ellos y es, precisamente lo que les da ventaja, porque se las han ingeniado para apropiarse de cerebros pensantes muy bien pagados, los mismos que se han ocupado de desarrollar las genialidades de los grandes inventores como Graham Bell y su primitivo teléfono, para apropiarse y monopolizar la alta tecnología.


La palabra engañosa nos llega de diferentes maneras y por diferentes vías; delicadamente envuelta en un poema, una canción, una película, una ONG, un falso profeta religioso, un político de izquierda o de derecha y hasta por un narcotraficante que lava su dinero haciendo favores. Nos puede llegar mediante una promesa, un juramento presidencial (que en nuestro país ha sido recurrente), del amigo simulador y hasta de un limosnero. Y esto es así, en cualquier idioma, cualquier país y en cualquier  ambiente. En definitiva, es una perenne realidad. Está triunfando la ignorancia, gracias a la palabra engañosa y a su retaguardia: la guerra.

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